
BIOGRAFIA RICARDO FONSECA
Ricardo Fonseca Aguayo nació el 17 de enero de 1906 en una modesta casa de la calle 18 de Septiembre de Puerto Saavedra. Sus padres, Santiago Fonseca y Clorinda Aguayo eran campesinos que trabajaban la tierra en un lugar llamado Pichico; que en mapuche significa “poca agua”. Ricardo tuvo 4 hermanos: Santiago, Elcira, Lisardo y Abraham.
Cuando tenía seis años, el 12 de abril de 1912 fallece su padre lo cual complica mucho la situación familiar. No obstante ello, la madre de Ricardo hizo un gran esfuerzo y lo envía a la Escuela Primaria. Para asistir a clases, Ricardo debía caminar diariamente tres leguas de ida y tres de regreso desde Pichico a Puerto Saavedra. En la escuela se distinguió por su perseverancia, por su tenacidad para estudiar y adelantar, llegó a ser el alumno más avanzado del curso de modo que el Director y los profesores quisieron ayudarlo para que continuara sus estudios en la Escuela Normal de Victoria. Para entonces, Ricardo sólo tenía 12 años. En la Escuela Normal, Ricardo se distingue por la buena lección, por la profundidad de su pensamiento, por un concepto más amplio de las cosas, por una firme personalidad, por su espíritu de fraternidad y camaradería con todos los estudiantes. Terminó la Escuela Normal a los 17 años, entonces viajó a Santiago donde tiene la oportunidad de asistir a un mitin obrero en la Plaza Argentina donde los trabajadores reclamaban contra los bajos salarios y la carestía de la vida. Allí escuchó por primera vez a Recabarren. Empezó a trabajar como profesor en la Escuela N° 3 de Valdivia donde enseña a los hijos de los trabajadores y por las noches asiste a los locales sindicales donde hace clases de alfabetización y cultura general alternando con dirigentes sindicales anarquistas y comunistas. Con ellos aprende las tradiciones y las luchas de los trabajadores. En 1922 nace la Asociación General de Profesores de Chile que se puso a la cabeza de las luchas del magisterio. Ricardo Fonseca se incorpora a la organización de los profesores y participa activamente en sus campañas. En Valdivia Ricardo escucha por segunda vez a Recabarren en una charla sobre “La Rusia Obrera y Campesina”. A partir de ese momento busca y lee todo material o publicación sobre Rusia. Pero es “la lucha de clases, su contacto con la clase obrera, la observación de los acontecimientos y su participación en el proceso social, lo que, junto al estudio, va plasmando en él una mentalidad científica y disponiéndolo al combate cada vez con mayor empuje y firmeza”[1]. El 4 de junio de 1925, bajo el gobierno de Arturo Alessandri ocurre la masacre de La Coruña. Murieron más de 2.000 personas. Ricardo conoce estos sucesos a través de las páginas de “La Jornada Comunista”, periódico de Valdivia fundado por Recabarren. Meses después, Alessandri renuncia a la Presidencia y Carlos Ibáñez toma el poder apoyado por el imperialismo norteamericano. Ibáñez desata la represión contra los trabajadores y el Partido Comunista y Ricardo recurre a la conciencia de sus colegas llamándolos a defender a los presos y a protestar a favor de los perseguidos. En 1928 se traslada a Molina donde trabaja unos meses y luego se traslada a la Escuela N° 63 de Recoleta en Santiago. Es elegido para un cargo dirigente en la Sección Santiago de la Asociación General de Profesores. Durante 1928 y 1929 continúa la represión. El Partido Comunista fue ilegalizado, La Federación Obrera de Chile perseguida y las islas Pascua, Más Afuera, La Mocha, Guaío y Melinka se llenaron de presos políticos. En medio de la lucha social, Ricardo estudia con criterio crítico a los clásicos de la pedagogía y lucha por hacer comprender a sus colegas que “sólo la lucha del pueblo y los cambios democráticos que esta lucha imponga, abrirán amplio cauce al desarrollo de la educación y de la enseñanza”[2]. El estudio a los clásicos marxistas le confirma la experiencia vivida por su gremio y por su pueblo. Organiza círculos de estudio del marxismo entre los profesores. Ricardo Fonseca, desde la Escuela Normal tenía especiales inclinaciones por la música y la pintura. En Valdivia estudió violín y en Santiago asistía a clases nocturnas a la Escuela de Artes Aplicadas. Instaló un taller de pintura en su casa. No obstante este gran interés comprendió que la misión de su vida era entregarse de lleno a la lucha política de su pueblo. Funda el grupo ITE, adherido a la Internacional de Trabajadores de la Enseñanza, grupos similares se organizan en otras ciudades del país y se incorporan a la lucha contra la dictadura de Ibáñez, por las reivindicaciones de los maestros y por el desarrollo de la enseñanza. “Con este bagaje de experiencias y este espíritu revolucionario ingresa al Partido Comunista a fines de 1929, en plena dictadura”[3]. En una carta que dirige a sus compañeros y amigos dice: “La tarea del profesor es noble, y enseñar es una de las cosas más grandes que existen. Pero la acción de la escuela es restringida y los frutos que obtiene un maestro en su vida son demasiados pequeños. Es preciso servir a una escuela más grande, cuya acción englobe a miles de alumnos. Esta escuela es el Partido Comunista y este alumnado innumerable es el pueblo”[4]. Ricardo militó en la Sexta Comuna y su base tenía la tarea de organizar el Partido en las fábricas de Ilharreborde, del calzado y El Salto, de paños. La tarea fue cumplida con éxito. De la Escuela 63 de Recoleta, Ricardo, se iba a reunirse clandestinamente con los profesores comunistas, con el grupo ITE o con los obreros de su célula. El 26 de julio de 1931 cae la dictadura y por primera vez, Ricardo habla en público en la Universidad de Chile. Se dirige a los obreros, estudiantes y maestros. Los llama a construir su unidad, a luchar por sus reivindicaciones y por un gobierno al servicio del pueblo y la nación. El 23 de agosto estalla la huelga general en todo el país por las reivindicaciones de los trabajadores, por un subsidio de cesantía. Ricardo participa en la dirección central de esta huelga. El 25 de agosto se reconstituye la Asociación General de Profesores. Ricardo integra la Junta Directiva elegida. El 5 de septiembre tiene lugar la sublevación de la marinería. Los trabajadores y el Partido Comunista solidarizan con este movimiento, Ricardo organiza la solidaridad de los profesores con los marinos. En 1932 se realiza la sexta Convención Nacional de la Asociación de Profesores en la ciudad de Chillán. Allí chocan dos corrientes: una revolucionaria y otra reformista. Como consecuencia la Asociación de Profesores se divide y numerosas delegaciones de profesores se reúnen en sesión aparte y el 20 de enero de ese año organizan la Federación de Maestros de Chile. La nueva organización “enfoca el problema educacional de acuerdo a la realidad económico-social y se propone dirigir las luchas del magisterio en estrecho contacto con el resto de los trabajadores”… “Ricardo Fonseca presenta las principales tesis a la Primera Convención de la Federación de Maestros de Chile”[5]. La Federación de Maestros recoge las reivindicaciones del profesorado, hace de los Consejos de Profesores de cada escuela los organismos de base del frente único y dan la lucha e inician una huelga que resultó victoriosa en gran medida. En represalia, el gobierno suspendió a Ricardo de su cargo y trasladó a mucho profesores a lugares lejanos. En la ciudad de Concepción en el verano de 1933 se realiza la 2° Convención Nacional de la Federación de Maestros, Arturo Alessandri había asumido por segunda vez la Presidencia de la República y ordena la exoneración de los 200 delegados a la Convención, entre los cuales estaba Ricardo Fonseca. La Convención se realizó de todos modos. En abril de 1933, Ricardo es promovido a la Dirección del Comité Regional de Santiago. Exonerado del magisterio, vive un período duro, se sostenía con algunos ingresos que provenían de algunas clases particulares y, especialmente, con la ayuda solidaria de militantes y simpatizantes. A pesar de ello continuó consagrado por entero a la lucha revolucionaria. “En julio de 1933, el Partido realizó una importante Conferencia Nacional a la cual concurrió Fonseca. En esta Conferencia el Partido planteó, por primera vez, que en Chile corresponde realizar la revolución democrático-burguesa, cuyo objetivo central consiste, en nuestro caso, en poner fin a la dominación de los monopolios internacionales y del gran latifundio, nacionalizando las empresas imperialistas, estableciendo relaciones con el mundo socialista, entregando la tierra a los campesinos y, a través de todo esto, creando las bases materiales para el desarrollo de una industria independiente, la democratización de la República y la lucha ulterior por el socialismo”. “Con anterioridad, el Partido venía planteando la revolución social en términos generales, o la revolución socialista, sin tomar debidamente en cuenta el carácter semicolonial y semifeudal del país y el hecho de que, para llegar al socialismo, no se puede saltar etapas, no se puede pasar hacia él sin haber realizado previamente la revolución democrático-burguesa en los países en que, como el nuestro, ésta no se ha llevado a cabo”[6]. “Sin embargo, en esa Conferencia, a causa del sectarismo y de la influencia de algunos restos de trotskismo, aventados en ese año, el Partido no se trazó una estrategia y una táctica justas para llevar adelante el tipo de revolución que correspondía y corresponde aún a las condiciones de Chile”[7]. Desde su responsabilidad en el Comité Regional de Santiago trabajó por elevar el nivel ideológico del Partido y su capacidad de lucha y asume con mucha fuerza la tarea de unificar a los trabajadores y al pueblo de Chile en la lucha contra la guerra y el fascismo y contra la política reaccionaria del gobierno de Alessandri. En una conferencia contra la guerra, realizada en la Universidad de Chile conoce a Elena Pedraza, quien representaba a los estudiantes de educación física en la conferencia. Debido al rol conductor que Ricardo juega en el magisterio, en enero de 1934, el gobierno lo relega a Aysén. Allí estudia El Capital y para mantenerse hace clases particulares. El movimiento popular lucha por su libertad hasta lograrla. A su regreso de Aysén, Ricardo es elegido Secretario General de la Federación de Maestros de Chile El año 1934 es un año de grandes luchas: en abril 20 mil obreros fueron a la huelga; más de 250 delegados asisten al Congreso de Unidad Sindical en la Federación Obrera de Chile; en el Alto Bío Bío estalla una sublevación campesina y mapuche quienes reclamaban sus tierras y los títulos de sus predios. El gobierno de Alessandri desata la represión contra ellos, “Ranquil y Lonquimay fueron escenario de una horrenda masacre de campesinos, contra los cuales, por primera vez en Chile se habían empleado incluso aviones de guerra. Decenas de campesinos fueron fusilados y sus cadáveres arrojados a las torrentosas aguas del Bío Bío. Entre ellos, murieron allí el profesor Leiva Tapia y el dirigente carbonífero Zambrano”[8]. La represión también alcanza al Congreso de la Federación Obrera de Chile al cual asistía Ricardo Fonseca en representación de los profesores. Fue detenido junto a los otros delegados al Congreso y entra nuevamente a la cárcel donde hace clases de marxismo y realiza una huelga de hambre de 17 días hasta que el movimiento popular logra la libertad de los detenidos. El movimiento popular entra en la etapa del Frente Popular Chileno como una forma de unir a todas las fuerzas progresistas en contra del peligro de la guerra y del fascismo. A este movimiento se incorporan los partidos Radical, Socialista, Democrático y Comunista y también la Confederación de Trabajadores de Chile. En 1935 surgen las primeras estructuras del Frente Popular y en 1936 el pueblo pasa a la ofensiva, el 23 de febrero de ese año estalla la gran huelga ferroviaria por mejoras salariales y otras demandas. El gobierno de Alessandri dicta la Ley de Facultades Extraordinarias e inicia la represión contra el pueblo, los trabajadores y el Partido Comunista. Ricardo Fonseca es detenido y relegado a Maullín. La huelga ferroviaria ayudó a consolidar la unidad de la clase obrera y del pueblo que se alzó en defensa de las víctimas logrando la libertad de los detenidos y el término del estado de sitio. “…la gran experiencia que sacó el proletariado y el pueblo en el período de formación del Frente Popular es que la unidad de los trabajadores y de todas las fuerzas populares y democráticas no se logra ni puede lograrse a través de componendas ni de conversaciones por arriba, entre dirigentes. Dicha unidad se logra, se afianza y se desarrolla fundamentalmente en la medida en que se forja en la base, en cada sitio de trabajo, en cada barrio, en cada aldea, en cada pueblo, en la lucha por las reivindicaciones inmediatas de las masas y en la medida en que, en esta forma y a través del esclarecimiento de los problemas y de las posiciones de cada cual….”[9]. “Ricardo estudiaba concienzudamente, planificadamente. Leía todas las noches un par de horas, tomaba apuntes, sacaba conclusiones. En la mañana, desde las 7, en la pieza en que estaba su escritorio, sus libros, su máquina de escribir, leía atentamente la prensa diaria, recortaba los artículos o crónicas de mayor interés, formando con ellos sus carpetas sobre los diferentes problemas del país o sobre asuntos internacionales, que luego aprovechaba para sus intervenciones o informes en el Partido o en la organización del magisterio. Jamás, ni el cansancio ni el sueño, ni nadie logró romper su disciplina, su hábito de estudio. Refiriéndose a aquellos compañeros que alegan falta de tiempo para estudiar, él solía decir: “No. Lo que les falta a esos compañeros y es claro que se puede y se debe corregir – es decisión de estudiar.”.”[10] El verano de 1937, en un lugar de la cordillera, por iniciativa de Ricardo, se reúne clandestinamente el Comité Central de la Juventud Comunista. Tenían la tarea de discutir y definir la forma en que construirían un gran movimiento juvenil que encabezara la lucha por la paz y contra el fascismo y que se incorporara al Frente Popular. El Partido encargó a Ricardo hacerse cargo de esta tarea. En dicha oportunidad Ricardo le plantea a los jóvenes: “que el combate por la paz y por los derechos juveniles era una sola cosa, un todo indivisible, puesto que la guerra barre con los derechos y conquistas de los jóvenes, y la paz, en cambio, les ofrece la posibilidad de ampliarlos cada día más”[11]. Como resultado del trabajo realizado se organiza la Alianza Liberadora de la Juventud, que agrupó a decenas de miles de jóvenes chilenos de distintas ideologías y credos religiosos unidos con el propósito de luchar por sus reivindicaciones y en defensa de la paz. Ese mismo años (1937) se realiza el Congreso Nacional de la Juventud Chilena, se redacta la declaración de principios de la Alianza Liberadora de la Juventud y se realizan grandes manifestaciones a lo largo de todo el país en las que se expresa la solidaridad generosa de los jóvenes con España republicana, el odio al fascismo y al imperialismo, el amor a la clase obrera y al pueblo. Sin embargo, la Alianza se disgregó poco tiempo después por cuanto no logró expresar con fuerza los problemas concretos de la juventud y la Juventud Comunista se disolvió en la Alianza. “La reconstitución de la Juventud Comunista como una organización independiente de jóvenes, con métodos de organización y de lucha típicamente juveniles y la mayor preocupación por las reivindicaciones concretas de los jóvenes, permitieron darle un nuevo auge a las luchas de la juventud. Bajo el patrocinio de los jóvenes comunistas y de su activo dirigente máximo, Ricardo Fonseca, se organizaron importantes grupos de jóvenes obreros en las industrias…”[12]. La Jota levanta su plataforma de lucha: Salario igual para igual trabajo; bonificación patronal para los jóvenes que van al servicio militar, canchas deportivas, entre otras. En la universidad se inicia la lucha por la reforma universitaria. Se organiza la Federación de Estudiantes Secundarios. Se reorganizan las juventudes de los partidos del Frente Popular y se constituye el Comité de las Juventudes Frentistas y resuelve un Programa de 12 puntos para la Juventud. Una delegación de jóvenes chilenos participa en el Congreso Mundial de la Juventud celebrado en Nueva York. Ricardo Fonseca encabezó la delegación de los jóvenes comunistas. Gran esfuerzo hace Ricardo por la capacitación ideológica de la Juventud Comunistas crea círculos de estudio, fomenta la lectura individual, funda el periódico de la Jota “Mundo Nuevo”. En suma, “Ricardo supo, pues, hace de la Juventud Comunista un movimiento auxiliar del movimiento obrero, un instrumento de la revolución, una escuela del comunismo y una reserva del Partido”[13]. El 25 de octubre de 1938, el Frente Popular llega al gobierno con Pedro Aguirre Cerda. Llega al gobierno un sector importante de la burguesía nacional con el apoyo de la clase obrera y otras fuerzas populares. Ello permitió que se restablecieran las garantías ciudadanas y las libertades públicas, se restablecieron los derechos de reunión, asociación, prensa y huelga, se devolvió la personalidad jurídica a los sindicatos de las oficinas salitreras, se reincorporó a 200 profesores exonerado, entre ellos a Ricardo. Ricardo volvió al magisterio por unos meses, luego renunció para entregar todo su tiempo, sus energías y sus capacidades a la juventud y al Partido. Recorrió el país construyendo el movimiento juvenil, visitó especialmente los centros obreros, las zonas del carbón, del cobre y del salitre. Sobre este viaje recordaba: “Nunca olvidaré el espectáculo maravilloso de las mujeres pampinas, sentadas en las primeras filas de los locales sindicales, con sus pequeños hijos, con sus pequeños hijos en los brazos. Las impresiones que los niños reciben, desde la más tierna infancia, en las asambleas de los sindicatos y en los mitines del Partido, quedan grabadas en ellos como los primeros eslabones para la formación de una sólida conciencia de clase”[14]. En septiembre de 1940 tiene lugar en Santiago el II Congreso Nacional de la Juventud Comunista. Ricardo deja el frente juvenil y es incorporado a la Comisión Política del Partido y asume la dirección del recientemente fundado diario El Siglo. “Al dejar Ricardo el frente juvenil, la Juventud Comunista se hallaba en un alto nivel orgánico e ideológico. Su organización se extendía a todo el país, mantenía estrechos vínculos con las masas de jóvenes trabajadores y estudiantes y había logrado construir un vasto movimiento de la joven generación en la lucha por sus reivindicaciones específicas, por la democracia, la paz y la independencia nacional”[15]. Ricardo asume la dirección de El Siglo en un momento político difícil: un nuevo intento por ilegalizar al Partido Comunista. Frente a este intento el Partido responde convocando a una manifestación en la Plaza de la Constitución a la que asisten cien mil personas. También se realizan manifestaciones a lo largo de todo el país. Tales manifestaciones significaron la derrota temporal de los reaccionarios. Acerca de la prensa partidaria, Ricardo escribe en la revista Principios: “Un periódico proletario no puede contentarse con reflejar las noticias de las actividades de las masas. Tiene que ser un impulsor en la realización de las tareas, tiene que destacar las experiencias valiosas, impulsar la organización y la unidad, señalar los caminos y la salida a cada situación”[16]. Se preocupó por educar, formar y enseñar a escribir en lenguaje sencillo, accesible a las masas; implementó un método de dirección que transformó el diario en una verdadera escuela de cuadros. En las elecciones de marzo de 1941, el Partido Comunista obtuvo 15 diputados y 3 senadores. Ricardo fue elegido diputado por la provincia de Tarapacá. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el Partido Comunista se aboca a la tarea de organizar un vasto movimiento solidario con los pueblos en lucha contra el fascismo. Desde El Siglo y desde el Parlamento, Ricardo contribuye decididamente a esta tarea. Al término de la guerra, Earl Browder, Secretario General del Partido Comunista Norteamericano instala la tesis de que “después de la derrota del fascismo, el progreso de la Humanidad se desarrollaría plácidamente, los capitalistas aceptarían voluntariamente el mejoramiento de los salarios y los imperialistas verían con buenos ojos el progreso de los países atrasados”[17]. Esta desviación oportunista, conocida como “browderismo” se instala en muchos partidos comunistas, pero prontamente es denunciada y combatida. En Chile, Ricardo Fonseca, la denuncia a través del diario El Siglo de manera que en el XVI Pleno del Comité Central se inician las correcciones de estos errores. En el XIII Congreso del Partido, Ricardo sostiene: “que esto ponía de manifiesto una debilidad en la vigilancia y en el control de los cuadros, falta de lucha por la línea del Partido, ausencia de crítica y autocrítica y un nivel teórico todavía bajo, que no había permitido ver que la teoría de Browder no era el marxismo, sino una utopía colaboracionista y apaciguadora y, por lo tanto, antimarxista”[18]. También afirmó: “que la crítica y la autocrítica deben alcanzar aun a los más altos dirigentes y que era preciso desarrollar ampliamente la democracia interna del Partido, la expresión franca de todas las opiniones, terminando con los elementos pasivos que aceptan formalmente su línea y estimulando una permanente lucha por su formación ideológica, por su unidad de acción y de pensamiento, por la aplicación de sus resoluciones”[19]. En este tiempo, el imperialismo norteamericano inicia una nueva ofensiva por destruir a los Partidos Comunistas. En Chile, el gobierno del Presidente Ríos, ya en manos de Duhalde, disuelve los dos sindicatos más importantes del salitre: Humberstone y Mapocho. La Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH) organiza el movimiento de solidaridad y los trabajadores de Santiago se reúnen en un gran mitin en la Plaza Bulnes el día 28 de enenro de 1946. 20 mil personas asistieron a la manifestación que brutalmente reprimida por carabineros premunidos de fusiles-ametralladoras. Aquel día cayeron en la Plaza Bulnes: Ramona Parra, Alejandro Gutiérrez, Adolfo Lisboa, Filomeno Chávez, Manuel López y René Tapia. El pueblo y los trabajadores respondieron con un paro nacional. Duhalde se ensaña entonces con los trabajadores de Cemento El Melón de La Calera y de Cristalerías Chile que por miles fueron lanzados a la calles. Ricardo fue promovido al Secretariado del Comité Central y designado encargado de Educación, Prensa y Propaganda. Desde esta nueva responsabilidad montó un Escuela Central de Cuadros y varias escuelas regionales; impulsó la edición de obras marxistas; amplió la editorial del Partido. “Fue un convencido de la audacia, la novedad y la variedad en las formas de la propaganda, pero bajo un mismo y firme contenido”[20]. El 12 de enero de 1946, la Comisión Política proclamó la candidatura presidencial de Elías Lafertte e inició el proceso de construcción de la unidad de las fuerzas de izquierda y progresistas para levantar una sola candidatura con un programa común. Finalmente se llegó a una Convención nacional que fue presidida por Ricardo Fonseca, que aprobó un programa de gobierno y designó como su candidato a Gabriel González Videla. Alcanzada la victoria hubo que imponer el reconocimiento del triunfo a través de una concentración pública realizada el 15 de septiembre. El 31 de octubre de 1946, Ricardo es promovido a Secretario General del Partido en condiciones nuevas dado que pasábamos a formar parte del gobierno por primera vez en la historia. “Durante 18 años, Ricardo había actuado en el Partido sin desmayos, sin flaquezas, sin intermitencias, con iniciativa y coraje, con ímpetu revolucionario. En el trabajo celular, en las grandes y pequeñas tareas de su base, como el rayado mural y el comicio relámpago; en las reuniones y actividades de la fracción de maestros; en la relegación y en la cárcel, en todos los cargos y las actividades del Partido por las cuales pasó sin excepción alguna, se había forjado como un gran cuadro. Su perseverancia revolucionaria y su amor al estudio, su capacitación permanente en los principios del marxismo completaban su formación de gran dirigente revolucionario”. “Él sabía perfectamente que los cuadros no se forman de la noche a la mañana; que formarse como comunista y actuar como tal en todos los órdenes de la vida, en el público como en el privado, representa un cambio serio y una lucha contra el capitalismo en el terreno de la propia conciencia. Conocía el valor del estudio, de la crítica fraternal y constructiva, en la formación de los cuadros, y lo pernicioso de la crítica destructiva, sin ton ni son, que a veces se lanza sin reparar en el daño que puede hacerse al militante. Por todo esto su trato era fraternal y cordial con todos los compañeros y muy especialmente con los jóvenes militantes y con mayor razón aún si eran obreros, campesinos o mujeres. Pero cambiaba por completo en la tribuna para atacar a los enemigos del pueblo, o en la reunión del Partido en que había que criticar con energía a quienes se deslizaban por la pendiente del oportunismo o de la corrupción privada”[21]. Desde el momento que asume González Videla la oligarquía y el imperialismo norteamericano empiezan a ejercer su influencia y con ello las vacilaciones y el abandono del programa comprometido hasta que después de las elecciones municipales de abril de 1947 en las que el Partido aumentó su votación de 32.219 votos (en 1944) a 91.282 votos convirtiéndose el Partido Comunista en el partido más fuerte de Chile, el Presidente solicitó la renuncia de los ministros comunistas.A partir de ese momento se inicia la represión contra los trabajadores, el pueblo y el Partido Comunista. El Partido debía decidir la forma en que enfrentaría esta nueva ola represiva. La decisión fue retirarse organizadamente y combatiendo. Había que resistir salvando los cuadros y la organización. Había que retirarse luchando en solidaridad con los mineros del carbón en huelga y en protesta por las medidas represivas del traidor. Ricardo supo pasar al Partido y a sus cuadros a la ilegalidad, ubicó lo mejor posible a los miembros del Comité Central, organizó un Secretariado ilegal, supo combinar la lucha legal con la ilegal. Envió a los viejos cuadros a preparar al Partido en la lucha clandestina en todo el país. Con relación a esta etapa dijo: “Entramos a una etapa nueva en que el pueblo ha de curarse completamente de ilusiones. Se acabaron los mesías. En adelante las masas deberán tener confianza tan sólo en sus propia organización, en su unidad, en su lucha y en su partido de vanguardia”[22]. González Videla inicia la persecución de Pablo Neruda a lo largo de todo el país con 500 policías. Poco después los parlamentarios de ambas cámaras con honrosas excepciones, aprobaron la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, más conocida como Ley Maldita, que dejó al Partido y a las organizaciones populares fuera de la ley. En defensa del Partido, Ricardo Fonseca pronunció un vibrante discurso en el Parlamento momento en el cual, entre otras cosas, dijo, refiriéndose al Partido “Lo fundaron obreros chilenos y siempre han militado en él los mejores hijos de la clase obrera. Recogimos la bandera de la Patria y de la justicia, levantada por O’Higgins en 1810. Nuestras ideas germinaron en Chile, en la conciencia de los trabajadores, a medida que fue surgiendo el proletariado, y el hecho de que el comunismo sea una ideología universal no le resta carácter nacional a nuestro Partido. Al contrario, lo hace fiel a la tradición de todos los hombres preclaros de nuestra tierra, lo que en beneficio de Chile recogieron siempre el pensamiento avanzado que a su hora surgía en toda la Humanidad”[23]. Y más adelante agregaba: “Hoy se trata de fusilar la idea del marxismo, como un prólogo al descuartizamiento de todas las ideas de justicia y de progreso social, de libertad y de democracia. Pero se equivocan. El marxismo, en este año, ha cumplido un siglo. Ha conocido todas las persecuciones, todo el rigor de las ilegalidades, de los pelotones de ejecución y, sin embargo, ha emergido de la cárcel, más fuerte, más joven y luminoso que nunca. Su permanente lozanía estriba en que no es precisamente un discurso de fraseología hueca, llena de promesas que nunca se cumplen, de bravatas, de degradación y cobardía, de amenazas y delirios paranoicos, de morbosas incitaciones al odio y al delito, tan de moda en este país. Constituye una integral concepción científica de la realidad del mundo y de la sociedad. Esa realidad y esa doctrina que la interpreta no son vulnerables a los tiros. No se las puede matar a cañonazos, así como es utópico derogar la ley de la gravedad por un decreto. No la pudieron detener Hitler y la Gestapo. Todo, entonces, comenzó muy alegremente, con desfiles y fanfarrias, ¡y terminó muy lúgubremente en las horcas de Nuremberg! A estas alturas, el marxismo que se pretende proscribir, ha entrado a su mayoría de edad. El marxismo es la concepción científica de la naturaleza, de la sociedad y de las leyes que regulan sus transformaciones. Con el aparecimiento del marxismo como concepción científica del mundo, se produce, además, toda una revolución en la historia del conocimiento. Se pone término a un período en que la ciencia y la filosofía eran ocupación de algunos individuos, de algunas escuelas científicas o filosóficas, compuestas de un pequeño número de hombres aislados de la vida del pueblo y frecuentemente extraños al pueblo”. “”El marxismo inicia un período completamente nuevo en la historia de la filosofía y del conocimiento, porque se torna arma científica en manos de las masas proletarias, para luchar por su liberación de la explotación del capitalismo”[24]. A fines de diciembre de 1948 el deterioro de su salud se hizo patente. Un cáncer gástrico lo aquejaba. Meses después pidió ser reemplazado en su cargo de Secretario General. Entonces asume el compañero Galo González, no obstante siguió trabajando desde su casa y entregando su aporte al Partido. Fallece el 21 de julio de 1949. “Por su ejemplo de comunista insobornable, de gran dirigente del Partido y del pueblo, quedó más vivo en el pecho de sus compañeros, al lado de Luis Emilio Recabarren, y de todos los otros luchadores ya desaparecidos luchando por el mundo sin clases, por la nueva y hermosa humanidad obrera por la que él rindiera su gloriosa existencia de luchador”[25]. NOTAS
[1] Obra citada. Pág. 49 19 Obra citada. Pág. 165
[2] Obra citada. Pág. 64 20 Obra citada. Pág. 165
[3] Obra citada. Pág. 66 21 Obra citada. Pág. 169
[4] Obra citada. Pág. 66 22 Obra citada. Págs.182-183
[5] Obra citada. Pág. 76 23 Obra citada.Pág. 209
[6] Obra citada. Pág. 92 24 Obra citada. Pág.212
[7] Obra citada. Pág. 93 25 Obra citada. Pág.213
[8] Obra citada. Pág. 98 26 Obra citada. Pág. 226
[10] Obra citada. Págs.110-111
[11] Obra citada. Pág.117
[12] Obra citada. Pág.121
[13] Obra citada. Pág. 124
[14] Obra citada. Pág. 129
[14] Obra citada. Pág. 124
[14] Obra citada. Pág. 129
[15] Obra citada. Pág. 136